Stalin era conocido por su personalidad de línea dura, su estricta disciplina y su férreo gobierno. También era un gran bebedor y disfrutaba del buen vino y de los puros caros. Sin embargo, no le importaban las cosas más finas de la vida, como el arte o la arquitectura, que consideraba burguesas.
El estilo de vida de Stalin
A Stalin le encantaba ser dictador, hasta el punto de aburrirse después de cuatro años. A menudo dormía 20 horas al día, pero cuando estaba despierto disfrutaba fumando cigarrillos mientras escuchaba música en el reproductor de gramófono que su hija le regaló en su primer cumpleaños (se aseguró de que no hubiera canciones revolucionarias como en 1917). En los últimos años le gustaba leer novelas rusas y tenía afinidad por Guerra y Paz de Tolstoi, que retrataba a Rusia durante la invasión de Napoleón, algo que incomodaba mucho a Stalin porque le recordaba la invasión de Hitler durante la Segunda Guerra Mundial.
Stalin era extremadamente paranoico, y lo extendió a su dieta. Tenía un cocinero personal que siempre estaba de guardia en el Kremlin y que utilizaba ingredientes frescos cada día para hacer tres comidas desde cero.
Este cocinero preparaba el desayuno para Stalin por la mañana, el almuerzo durante el mediodía y la cena por la noche. Este cocinero tenía que estar de servicio las 24 horas del día; así que si uno tenía hambre a las tres de la mañana o quería comer algo a las seis de la tarde, ¡sólo tenía que esperar a que el cocinero privado de Stalin volviera a trabajar después de su descanso!
Su desayuno solía consistir en gachas, huevos y tostadas, que su cocinero le llevaba a la cama cada mañana.
Stalin era un madrugador, que a menudo se levantaba antes de las 5 de la mañana. Su cocinero le llevaba el desayuno a su habitación cada mañana a las 6, que consistía en gachas, huevos y tostadas. Como es sabido, Stalin era muy exigente con lo que comía y lo que quería comer. Prefería los alimentos sencillos, como las patatas hervidas o el arroz con un poco de mantequilla. Sin embargo, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando había escasez de alimentos en toda Rusia, Stalin ordenó que la gente sólo comiera una vez al día para conservar los recursos para los que luchaban en el frente.
El almuerzo consistía en una sopa seguida de pescado o carne, así como de guarniciones de patatas o arroz. Stalin sólo comía lo que llamaba «comida soviética» y rehuía todo lo que le recordara a la Rusia prerrevolucionaria.
Los alimentos favoritos de Stalin solían ser la «comida soviética», pero también le gustaba comer otros tipos de comida. Stalin sólo comía lo que llamaba «comida soviética» y rehuía todo lo que le recordara a la Rusia prerrevolucionaria. No le gustaba comer nada que le recordara al antiguo régimen. Por ejemplo, a Stalin le gustaba la pasta con queso, pero nunca la pedía porque había sido popular durante la época zarista. En cambio, prefería comer alimentos que le recordaran la revolución: patatas o arroz con carne o pescado y requesón para desayunar; sopa (borscht) seguida de pescado o carne como plato principal; guarniciones como patatas o arroz; compota de frutas de postre; vino tinto a la hora de cenar
La cena era ligera, normalmente sólo fruta, queso y té, porque Stalin creía que era importante dormir con el estómago vacío.
La dieta de Stalin no era saludable, y esto puede haber contribuido a su muerte. Llevaba una dieta rica en grasas y azúcares que consistía en gran parte en carnes grasas, con poca fruta y verdura.
Según los historiadores, la salud de Stalin se vio muy afectada por su hábito de fumar y su falta de ejercicio. Esto le provocó una enfermedad cardíaca, que finalmente le causó la muerte a la edad de 74 años.
Aunque Stalin vivió con lujo durante su tiempo en el poder, mantuvo algunos hábitos de su temprana vida de pobreza.
- Stalin era paranoico.
- Extendió esta paranoia a su dieta, que creía que podía estar envenenada.
- Esto le llevó a comer sólo lo que él llamaba «comida soviética», preparada por su cocinero personal, que siempre estaba de servicio en el apartamento de Stalin en el Kremlin.
- Stalina sólo comía lo que llamaba comida soviética y rehuía todo lo que le recordara a la Rusia prerrevolucionaria o a la Europa burguesa, como las patatas y las albóndigas, que eran sustituidas por kasha (gachas) de trigo sarraceno.
Así, podemos ver que la dieta de Stalin era bastante normal y saludable, aunque tenía algunas supersticiones tontas. Le gustaba desayunar en la cama, lo cual es un poco raro pero no demasiado para alguien que vivía en el Kremlin en aquella época. El hecho de que su cocinero hiciera las tres comidas a mano todos los días puede parecer excesivo hoy en día, pero tiene sentido teniendo en cuenta el tiempo que Stalin pasaba en casa con su familia. Aunque vivió con lujo durante su época en el poder, conservó algunos hábitos de su temprana vida de pobreza, como comer sólo comida soviética y cenar poco para poder dormir bien.